El americano impasible revisitado

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Puritanismo imperial totalitario
El americano impasible, revisitado

¡Admiro al pueblo estadounidense! ¡Admiro su cultura universal! Admiro su música, su periodismo, su literatura, su avanzada ciencia y tecnología, su laboriosidad, su lucha por la libertad, su interés por la democracia… ¡Admiro a los habitantes de Estados Unidos de Norte América! Bueno…casi a todos sus habitantes.

Excluyo de todo reconocimiento a los norteamericanos extremistas: movimientos milicianos, algunos sobrevivientes del trotskismo, separatistas negros, racistas blancos, antiabortistas violentos, a los de NAMBLA (los que pretenden legalizar la pedofilia), revisionistas radicales (niegan el Holocausto), los neonazis, punks, hipiies, anarquistas, sectarios seudorreligiosos, los eclécticos de New Age: todos son legión. Y de manera particular me intimida el americano impasible.

En la novela El americano impasible (The quiet american, 1955) Graham Greene dibuja el indeleble perfil de este modelo de estadounidense. Norteamericano común procedente de familia conservadora. De formación universitaria, apariencia siempre joven, gravedad de ademanes y gestos. Respetuoso de sus tradiciones y costumbres, incapaz de ocultar verdades, alto sentido del honor. Riguroso practicante de virtudes sociales, rígido, austero, escrupuloso en el proceder. Idealista decidido a ser útil a su país, al continente, al mundo, cimienta su confianza en la solidez del dólar. Profesa enorme respeto a sus maestros y a los escritores serios (esta designación no incluye a novelistas, dramaturgos, poetas). Orgulloso portaestandarte del colonialismo autoritario proyecta sobre los demás la escrupulosidad del puritanismo imperial. ¿El talante…?: agradable, inofensivo, incapaz de hacer daño a nadie. Condicionado en confortables salas de conferencias, apoyado en lecturas espurias sobre la hegemonía democrática norteamericana, se convierte en adalid de la Democracia. En suma, el americano impasible: retablo de virtudes.

¿Y por qué sentir terror ante un norteamericano tan inofensivo y virtuoso?… Porque no sabe discernir entre lo bueno y lo malo, ni a que criterio atenerse. Incubado en la tibia penumbra del eclipse familiar estadounidense, el permisivismo ético ha irrumpido como falsa liberación de la conciencia moral. En el puritanismo imperial—signo premonitorio de la decadencia de un gran pueblo—todo es relativo, todo es válido, todo se justifica… Y con esas enormes anteojeras en la conciencia se cometen, en el nombre de la Democracia, las peores injusticias y los más nefandos crímenes.

Graham Greene describe en su novela las crueldades cometidas sobre la población civil vietnamita, por intermediación del americano impasible: asesinatos, bombardeos, napalm, explosivos plásticos…despojos humanos de lactantes, niños, mujeres, ancianos, campesinos…

Cuestionado sobre las atrocidades acaecidas por su culpa, Alden Pyle, el americano impasible aclara: “Eran víctimas de guerra. Una lástima, pero no siempre se puede dar en el blanco. De todos modos, murieron por una causa noble… En cierto sentido, se puede decir, que murieron por la Democracia.”

Y en la actualidad, ¿se desarrollan acciones tan graves como las descritas por Graham Greene en su novela El americano impasible?

En los últimos tiempos, se ha descubierto una mutación del americano impasible. Una verdadera metamorfosis incubada desde 1963. Numerosos grupos manejados por manos invisibles los están diseñando (Freedom Works, Tea Party, Americans for Prosperity). Según los titereros no tienen intención de transformar América, sino restaurarla (Rupert Murdoch, y los hermanos David y Charles Koch). Ya han aparecido algunas de las marionetas, el presentador de radio y televisión Glenn Beck y sus secuaces John Boehner, Rand Paul, Sharron Angle, Joe Miller, y su cómplice Sarah Palin. En fecha reciente, Joe Arpallo y Ann Coulter. ¿Dónde encasillamos al presidente de los Estados unidos de Norteamérica Donald Trump?

Son lobomarionetas disfrazados de corderos republicanos. Y si los estadounidenses aceptaran que entre sus corderos se criaran lobos…, puede imaginarse la suerte que correrán los corderos.

Sin embargo no hay que perder de vista que los Estados Unidos es una nación más grande que las pesadillas de Glenn Beck, Palin, Arpallo, Coulter y Trump. El odio racial, el nacionalismo y el fanatismo no definen al país. Ya es tiempo que los auténticos estadounidenses, sin adjetivos, tomen las riendas y demuestren la grandeza de ese gran país, con las virtudes sociales de la bondad, la verdad, la solidaridad internacional y, de manera muy especial, la justicia universal. ¡El sueño del reverendo Martin Luther King Jr. aún es possible!- M.G.

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