Crónica de un Diletante

Manuel se educó como médico en la Universidad Nacional Autónoma de México. Tuvo el privilegio de formarse con  prohombres de la medicina: los profesores Fernando Latapí, Salvador Zubirán e Ignacio Chávez, con quienes llegó a cultivar cercana amistad. Se adiestró respectivamente en  dermatoleprología, donde ayudó a enfermos de lepra; en las áreas de la medicina interna, en el Instituto Nacional de la Nutrición; y en cardiología, en el Instituto Nacional de Cardiología. Posteriormente incursionó en la asistencia médica, la enseñanza de pre y posgrado, y en la investigación clínica. Desde hace varios años se dedica a la práctica privada de la medicina interna y  cardiología,  donde ha encontrado grandes satisfacciones,  al intentar  orientar a los pacientes a obtener la salud integral: mente, cuerpo y alma.

Gracián distribuye el tiempo de cada día entre la Medicina, su familia, el estudio y el periodismo efímero. Entre sus áreas de interés figuran la música, la literatura, la historia como sistema, la filosofía, la teología y el estudio de las artes plásticas, como lo más sobresaliente.   Azorín, Borges, Cervantes, Casares, Dostoyevski, Congar,  Joyce,  Lonergan, Maritain,  Pound, Sabato, Solscheniztin, Susan Sontag, Tomás de Aquino, von Balthasar,  forman el censo heterogéneo de autores que continuamente relee.

 Desde 1975 a 1985 Gracián fue asiduo colaborador del Diario de Yucatán y del Diario de Campeche, de donde recibió grandes enseñanzas, en lo profesional y en lo humano, de don Abel Menéndez Romero, Carlos R. Menéndez Navarrete y de su amigo Carlos Castillo Peraza (Don Abel y Carlos Castillo, de feliz memoria). Posteriormente ha enviado, de manera ocasional, colaboraciones para el Diario y el Observador de Querétaro.

Manuel nunca ha pertenecido  a ningún partido político. Ahora Gracián incursiona en Internet, el gran ámbito global, libre y sin censura, de acceso inmediato y públicamente interactivo, donde compartir sus creencias  y, por el deber de disentir, acoger las  enseñanzas de un  lector, para contribuir juntos, a crear un mundo feliz, pacífico y solidario.

Adenda, a  modo de diario

Desde hace  tiempo  he visto en Internet secciones de ciberdiarios llamados blogs. Dos de mis cuatro hijos me han invitado con insistencia a elaborar un blog. Y después de haber solicitado hospitalidad a varios periódicos de cobertura nacional, he decidido construir mi propio espacio.  Estas páginas que ves han sido diseñadas por mis dos hijos mayores. Están escritas por mí, con auténtico espíritu de solidaridad: compartir con los demás lo que yo creo que es  bueno, bello y justo y verdadero.

Con motivo del Bicentenario de México, y del vigésimo quinto aniversario del terremoto del 85, con solemnidad personal doy principio a este Blog. Busqué en el Diccionario panhispánico de dudas y encontré lo siguiente: “…término inglés webblog (de web+log (book); abreviado, blog), que significa ‘sitio electrónico personal, actualizado con mucha frecuencia, de donde alguien escribe a modo de diario o sobre temas que despiertan su interés, y donde quedan recopilados asimismo los comentarios que esos textos suscitan’.

Dedico de corazón todos estos escritos, los pretéritos, los actuales y los venideros a todos los jóvenes de México. A ti, lector, si eres de los jóvenes de 1968 o los del jueves de Corpus; a ti también si eres de los jóvenes de 1985; a ti, lector amable, si eres intemporal, joven ya no de los años, sino del corazón. Y de manera muy singular al  joven mexicano de hoy, a quien debemos los adultos la responsabilidad de entregarles un México en paz, productivo, solidario y seguro… Todos los mexicanos, de todas las edad, juntos, solidarios debemos reconstruir México con la civilización del amor. ¡La tarea es grande, comencemos! Parafraseo a aquel que habló longo de la civilización del amor: en este milenio una nueva civilización debe surgir. La tarea es ingente; considerémosla todos juntos; es como “embarcarse; no se sabe que naves se encontrarán, que tempestades se padecerán; en que puertos habrá que hacer escala. Se parte, sin haberlo previsto todo, y se llega…el riesgo existe; pero no impide partir” (Lebret, L.J.(1960). Principios para la acción. Barcelona: Estela).- M.G. Septiembre 16 en el Bicentenario de México y el XXV del terremoto de 1985 en la ciudad de México.

 

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